El primer trago de una caña bien tirada, ese primer trago

Entras al bar, te sientas en el taburete inclinándote sobre barra, levantas un dedo, estableces contacto visual con el camarero y “una caña, por favor”. Situación clasiquísima en cualquier establecimiento. Satisfacción total al ver cómo él coge el vaso, lo acerca al tirador, lo inclina ligeramente y el líquido burbujeante empieza a llenar el vaso. La cerveza va cayendo poco a poco, cierra y corona la caña con dos deditos de espuma. Ni más, ni menos, dos dedos. La perfección.

Seguramente esta sea una ceremonia tan cotidiana que prácticamente no nos llama la atención, pero, ¿qué haríamos sin esa caña tan bien tirada? Nuestra vida sería peor, eso está claro. Te acompaña mientras esperas a tus amigos que llegan tarde, durante una cita, lubrica la conversación con los compañeros de trabajo, la caña siempre está ahí.

Pero, ¿por qué la llamamos caña?

Hay varias teorías y, pese a que no está claro, a nosotros nos encanta especular sobre su posible origen. Veamos un par.

La teoría más popular dice que el concepto “caña” hace referencia al tubo por el que sube la cerveza desde que sale del barril hasta que ve la luz a través del grifo. Este tubo vertical, también denominado “caña” por su relación con “cañería” es el que da nombre a la cerveza servida a través del grifo. De ahí, por puro contacto, la “caña” que todos pedimos.

Otra teoría dice que en Egipto y Mesopotamia se dejaba fermentar la cerveza en vasijas de barro –ese momento mágico- y para beberla utilizaban cañas huecas. De esa forma evitaban ingerir la espuma y otras impurezas desagradables que se habían concentrado en la parte superior de la cerveza. Hay que decir, que pese a ser interesante, esta teoría tiene poco reconocimiento. Nos quedamos con la primera.

Sea cual sea su origen, sabemos cómo nos gusta. Habitualmente la caña se sirve en un vaso cilíndrico o ligeramente cónico, alto y estrecho. Sobre la capacidad, esta suele ser de unos 200ml y coronado por dos dedos de crema. Ojo que esta corona no es casual, también tiene una función práctica, ayudar a mantener la carbonatación y todos los sabores aromáticos de la cerveza. La calidad de esta espuma se verá reflejada en los aros que quedan marcados en el vaso a cada sorbo. Si hay marca que refleje cada sorbo, mejor que mejor.

Nosotros, desde Moritz, queremos ponerte un poco más fácil disfrutar de la caña perfecta. Vale, quizás no sea igual que la que te tira el camarero en tu bar favorito, pero si lo intentas, tras ensayo y error seguro que te acercas. Mira nuestro vaso de caña vintage y piensa en lo bien que quedaría para recibir a tus amigos en casa. ¿Preparado para tirar la caña perfecta?