La mezcla más refrescante para el verano, cerveza y zumo de limón

Radler, Shandy, Panaché, Clara, Xampú… podemos llamarla de mil maneras, son muchas las formas de denominar la mezcla de cerveza con limonada y, a veces, nos cuesta ponernos de acuerdo. Lo que todos tenemos claro es que añadir zumo de limón natural a la cerveza es una combinación ganadora, especialmente en los calurosos días de primavera-verano donde nos apetece una bebida fresca y ligera.

Nosotros nos quedamos con Radler, Moritz Radler –ha sonado muy James Bond, ¿verdad? –. El porqué es sencillo, nos trasladamos a su origen, a la Alemania de los años 20. Es entonces cuando Franz Xaver Kugler, un trabajador de los ferrocarriles alemanes decide abandonar los trenes y abrir su propio biergärten, una de esas terrazas típicas de Bavaria en que se sirve principalmente cerveza. Por allí pasaban un gran número de ciclistas practicando el deporte de moda y para satisfacer su sed y refrescarlos un día decidió mezclar la cerveza tradicional con zumo de limóns. Voilá, acababa de crear una bebida que sorprendió, gustó y se extendió rápidamente. Y tal creación, evidentemente, necesitaba un nombre. Para rendir homenaje a los ciclistas, sus primeros conejillos de indias, la llamó Radlermass fruto de la unión de los conceptos “Radler” –ciclista- y “Mass”, que es como denominan las jarras típicas de un litro de capacidad de Baviera. El concepto fue evolucionando y hoy en día la conocemos como Radler.

En un principio la mezcla era de un 50% de cerveza y un 50% de zumo de limón, pero ya se sabe, la creación se extendió y hoy en día cada uno lo adapta a su gusto. En este “cóctel cervecero”, el limón aporta un punto refrescante que contrarresta el amargor clásico de la cerveza y rebaja el alcohol de la mezcla.

En nuestro caso, para elaborar la Moritz Radler, utilizamos zumo de limón 100% natural que combinado con la Moritz Original - la primera cerveza de Barcelona desde 1856, ¡recuérdalo bien! – multiplica su poder refrescante y, además, está buenísima. Con ello conseguimos una cerveza muy aromática, fresca y agradable que balancea lo mejor de los dos ingredientes. Nos ponemos un poco poéticos, sí, pero es que los aromas florales del lúpulo de Saaz combinan con el frescor del limón y la acidez del zumo lo hace con el amargor de la cerveza. ¿El resultado? Equilibradamente irresistible.

Tanto hablar sobre la Radler nos ha entrado sed. Además, el calor por fin ha llegado, el sol brilla y las temperaturas no paran de subir. Es el momento. Hacemos una pausa, abrimos la nevera o nos vamos a un bar y pedimos una Moritz Radler bien fría. Brindamos, en esta ocasión por Franz Xaver Kugler, es lo mínimo que se merece por haber creado semejante invento. ¡Salud!

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